Depresion no diagnosticada

Desde hace algunos años, posiblemente desde el comienzo de la dichosa crisis, vengo observando que algunas personas entran en una dinámica de negatividad y derrotismo que les llega a tener claros síntomas de depresión, aunque ellos no lo reconozcan.
He encontrado varios grupos de personas con diferentes casuísticas pero que podrían concentrarse con unos síntomas parecidos.
Los que han sido despedidos. Pasan por diferentes fases desde el principio del despido, como incredulidad, se repiten porque les ha pasado eso a ellos, para posteriormente pasar a la ira, culpando a personas y a la empresa (como si esta tuviera cuerpo y alma) de su desdicha. Luego entran en la fase de preocupación, ¿Qué pasara ahora conmigo? ¿Podre pagar mis deudas? ¿Podre mantener mi nivel de vida? ¿Me quitaran mi casa?. En esta fase siempre se ponen en lo peor, y ver las noticias en los medios de comunicación, que normalmente habla de desgracias personales, no les ayuda en nada, sumando kilos a su mochila de pesimismo. Posteriormente entran en una fase de desorientación, ¿Qué hago ahora? ¿Busco trabajo? ¿Reoriento mi vida? ¿Monto un negocio?. Los ahí que alargan esta fase demasiado tiempo y se pasan dando vueltas a todo sin tomar ninguna decisión al respecto. Esto les hunde en una fase depresiva o semidepresiva ya que han sustituido la rutina de levantarse todos los días a trabajar, por la de estar en casa dando vueltas todo el día a la cabeza. Algunos entran en tal tristeza que es cuando se sienten alicaídos, derrotados, pesimistas, en resumen Depresivos. La mayoría se vuelca en encontrar trabajo y normalmente empiezan con mucho ánimo. Es cuando va pasando el tiempo cuando empiezan a volver los pensamientos negativos que se ven reforzados con las noticias sobre la crisis, la edad que se tiene (que es la que es) y la frustración de que el resto de personas están en distinta situación que nosotros (recomiendo que os leáis mi post titulado The Company men que trata sobre la película que desarrolla esta problemática). Los que van encontrando trabajo o reorientando su vida profesional pueden salir de esa peligrosa dinámica negativa en la que inevitablemente se envuelven en algún momento de estas fases, pero sobre todo me preocupan los que no logran salir y se niegan ha aceptar que tienen un problema o que probablemente están enfermos. Mi recomendación es que vayan de inmediato al médico y les cuenten lo que sienten y más si tienen algún síntoma físico como presión en el pecho, falta de sueño, falta de hambre, dolores de cabeza,, etc…..
Otro grupo son los que se quedan en el puesto de trabajo pero temen ser despedidos. La preocupación de si serán el siguiente en salir les bloquea, les inunda en una serie de pensamientos negativos que les hace ser peor profesionales o comportarse con un ridículo sentido de supervivencia creyendo que así pueden evitar el despido. Se pueden volver pelotas con el jefe, hacer zancadillas a compañeros para que no les toque a ellos, no soltar información que les haga “imprescindibles” e incluso boicotear algún canal de comunicación para asi verse como beneficiados o salvadores de situaciones. En resumen, se pueden volver mezquinos. Estas personas les preocupa tanto conservar su puesto de trabajo que ese es el único motivo y su prioridad, por encima de hacer bien su trabajo o ir hacia los objetivos de la empresa. Suelen estar nerviosos y esos nervios les afectan en su salud física y a veces psicológica. Otra de las características es que suelen aumentar su presencia en número de horas en la empresa, aunque a veces no tengan nada que hacer, pero necesitan ser vistos por todos para que asi nadie dude de su fidelidad y compromiso con la compañía. ¿De verdad creen que con estas actitudes pueden evitar ser despedidos?. En la mayoría de los casos no es asi, pero es ese sentido de la supervivencia, insertado en el cerebro humano a lo largo de los tiempos, que nos hace realizar acciones que ni nosotros mismos creíamos que podríamos hacer. En la prehistoria luchábamos cuerpo a cuerpo con la amenaza, normalmente un bicho que nos quería comer, hoy en día luchamos internamente con nuestras preocupaciones, y es nuestro cerebro el que se apodera de nosotros con pensamientos negativos y derrotándonos poco a poco. Para todos ellos mi ánimo y espero que puedan vencer sus miedos con la seguridad que otorga ser un buen profesional y demostrarlo día a día. Y si te toca ser despedido pues a por otra aventura profesional donde se valore el esfuerzo y el compromiso.
Por último están los que están hartos de su empresa / trabajo. Suele ser que llevan mucho tiempo en su empresa o realizando las mismas funciones y no se sienten valorados por sus superiores, y muchos de ellos se creen imprescindibles. Suelen estar tan desmotivados que no “reman” hacia el mismo lado que sus compañeros. Se pasan el día dando vueltas en como seria su futuro fuera de la compañía y fantasean con una oferta que les llegue, ya que muchos de ellos no se mueven para que esto ocurra, para mandar a tomar vientos a la empresa y decirle cuatro cosas bien dichas a su superior. Hablan como si ellos hubieran creado la empresa y lo importante que han sido para que la empresa este donde este. Siempre están melancólicos de tiempos pasados que fueron mejores. Su nivel de involucración suele ser bajo, aunque eso si son cumplidores. Algunos suelen tener síntomas como el “síndrome del domingo”, donde ya el domingo están amargados porque tienen que ir el lunes a trabajar. A algunos les cuesta levantarse todas las mañanas y el día se les hace muy largo. Mi consejo para ellos es que, antes que alguien con poder de decisión en su empresa se dé cuenta de su desmotivación y falta de involucración, empiecen a buscar activamente un nuevo reto profesional en otro sitio, antes de que le animen a buscarlo. Estas personas también son víctimas de una posible depresión, ya que están tan hastiados de su situación personal que viven amargados en su propia acidez. Muchos de ellos se dan de baja por temas físicos ya que les pasa factura esta situación alargada en el tiempo por su salud. Hace poco una amiga mia veía que ya no podía ir a su trabajo después de 15 años de entrega profesional, después del último “desprecio” por parte de su superiora fue al médico a contarle como se sentía y estuvo llorando más de dos horas en la consulta. El médico no lo dudo y le dio la baja por depresión, que aunque suene fuerte es lo que esta diagnosticado. Mi amiga se sentía fatigada, le costaba dormir, discutía con su pareja, con sus hijos, le daban ganas de llorar a todas horas y sentía impotencia y rabia, además de un odio profundo hacia sus superiores. Ya han pasado 4 meses desde su baja médica y aún sigue en tratamiento, aunque va mejor. 15 de años de sufrimiento tienen estas consecuencias.
No creáis que esto les pasa a los directivos, esto le pasa a todo el mundo. Espero que podamos afrontar nuestros miedos e inseguridades ya que el “enemigo” le tenemos dentro, y somos nosotros mismos. Animo para todo aquel que se sienta mal en estos momentos y por el momento solo me atrevo a recetar una cosa: disfrutar de la vida y de los seres queridos que son lo más importante.

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