El Profesor escondido

La historia de Alfredo es digna de contarse. El da sentido a la palabra “Reinventarse”, que incluso debería llevar una foto suya al lado del significado. Alfredo y yo compartimos año de nacimiento, lo que nos hace “cuarentones”, su vitalidad solo es superada por otra de sus virtudes: la bondad.
Alfredo termino sus estudios universitarios de Ciencias Físicas, carrera que estudió por vocación, aunque enseguida fue engullido para ser Técnico de Microinformática en una etapa donde la Tecnología empezaba a implantarse con fuerza en nuestro país. Pronto alguien se dio cuenta que Alfredo tenia habilidades personales que podían hacer de él un buen Comercial o, como se dice ahora, Account Manager. Alfredo se sintió cómodo en las funciones y veía resultados a corto plazo, a la par que se desarrollaba profesionalmente e iba consiguiendo hitos y objetivos con cierta facilidad.
Su carrera profesional le hizo pasar por empresas de gran prestigio, donde desempeñaba tareas que, sin terminar de entusiasmarle por completo, al menos le hacían pensar que su trayectoria profesional era adecuada. Entendía perfectamente al cliente, sabía lo que quería y hacía un desarrollo de negocio que fue muy destacado por sus responsables. Fue en esa época cuando conocí a Alfredo, siempre colaborador, dispuesto a echar una mano a todo el mundo, amable, respetuoso y con una gran visión de negocio. Aunque la cualidad que destacaba en Alfredo era su bondad y huida del conflicto, lo que le generó ciertas dificultades en alguna empresa. Pronto vinieron las malas experiencias, los jefes individualistas incapaces de pensar en las personas y mirando solo a ellos mismos, una presión cada vez mayor por alcanzar objetivos, y un “mal ambiente” propiciado por los líderes de la compañía. Siempre pienso que un líder quizás no tiene que motivar pero sería muy importante que no se dedicase a lo contrario, a desmotivar y maltratar a sus colaboradores. Alfredo tuvo que cambiar de empresa y volvió a una antigua empresa donde había estado muy a gusto en una etapa anterior. Pero los tiempos y las personas habían cambiado. Su trabajo en el sector de Nuevas Tecnologías, que al principio le motivaba, pasó a ser soportable, y con el tiempo llegó a detestarlo, y a pesar de que se seguían produciendo algunos resultados, Alfredo empezó a pensar que el tiempo de cambiar de vida había llegado.
Cuando la situación en su empresa se fue deteriorando progresivamente, Alfredo se limitó a dejar que la fruta madura cayera por su propio peso. Siguió haciendo su trabajo, pero sin poner nada de su parte por acercar posturas con los responsables de una compañía cuyos objetivos se le habían vuelto totalmente ajenos desde mucho tiempo atrás. Cuando se produjo la consecuencia inevitable en forma de despido, la decisión de Alfredo estaba tomada: No quería volver al mundo comercial ni al sector en el que estaba trabajando. Quería hacer algo distinto, nuevo, que le proporcionara satisfacción, relacionado con su verdadera vocación. Se ganaría la vida como profesor de Física y Matemáticas. Empezó a empapelar los tablones de anuncios de Facultades y Escuelas Técnicas, y también se anunció en los portales de internet dedicados a las clases particulares. Las primeras llamadas no tardaron en llegar, lo cual obligó a Alfredo a retomar, sus libros y empezó a prepararse las clases, poniéndose al dia, para así poder ayudar a sus primeros clientes. En poco tiempo algunos compañeros de estos primeros alumnos, motivados por las buenas referencias que daban de él, solicitaron también clases de refuerzo, y pronto Alfredo tuvo un pequeño grupo de chicos a los que motivaba y enseñaba. Estaba pleno, feliz y orgulloso de su actividad.
Un buen día comimos juntos y me encontré un Alfredo pletórico. Me enseñó un mensaje de uno de sus alumnos que le agradecía el haberle ayudado y que había conseguido aprobar una asignatura que se le atascaba. La emoción embargaba totalmente a Alfredo y me sentenció con esta frase: “Esto me da más satisfacción que cualquier logro alcanzado en toda mi etapa anterior”. Su mirada era limpia y pura. Había descubierto su vocación. Se estaba empezando a Reinventar.
Más adelante Alfredo llego a un acuerdo para dar clases en una Academia para alumnos que debían reforzar algunas asignaturas. Además mantenía sus alumnos particulares. Entre las clases y la preparación de éstas le daban altas horas de la madrugada. El tiempo se le pasaba volando y muchas veces su pareja tenía que arrancarle del ordenador para hacer algo de “vida normal”.
Pronto entendí lo que le pasaba a Alfredo. Tenía Entusiasmo. Es estar en un estado de Euforia. La traducción griega es “Estar poseído por un Dios”. Hacer algo sin esperar algo de las personas. No buscar un fin egoísta. Enriquecerte tú y los demás. Sumar Fuerzas. Rodear a todos con mi energía y sumar voluntades. No sentir cansancio. No sentir que pasa el tiempo. Quedarse en ese momento sin que nada a tu alrededor ocurra. Es un estado de energía sin fin. Es el momento de creatividad total.
Alfredo encontró su Pasión y además consiguió que su nivel económico fuera similar al anterior. Se había Reinventado. Era Profesor. En otra comida me dijo que él había tenido siempre la ilusión de haber sido profesor, pero que pronto empezó a trabajar y no se lo volvió a plantear. Fue en ese momento cuando me di cuenta que Alfredo tenía un “Profesor escondido”.
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Comentarios

  1. Hola, Angel. En primer lugar, darte la enhorabuena por el artículo. En segundo lugar, decirte que me he visto reflejado en el caso de Alfredo. Parece calcado al mío. Bueno, espero que sea así hasta el final, porque yo estoy en la parte del despido (trabajaba también como comercial en el sector tecnológico). Intento a partir de ahora dedicarme a mi pasión, que es la Psicología positiva para el desarrollo personal y organizacional (formación, conferencias y consultoría). Me gustaría poder hablar con Alfredo para charlar sobre su experiencia. ¿Me podrías poner en contacto?
    Un saludo y muchas gracias!!

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