Historia de una Adopcion: Mi hijo, mi Vida

Cuando hace ya casi 3 años comencé el proceso de Adopción afrontaba un proceso con algunas incógnitas. El tener una hija natural me convertía en Padre, pero no me validaba para lo que tenía que afrontar.
Algunos de los sentimientos que se pueden cruzar en tu camino es el tipo de cariño, que luego aprendí que los expertos llaman Vinculación, que se habría de producir entre mi hijo y yo como padre, así como con su madre y su hermana.
Algunas personas del entorno pusieron sus prejuicios y barreras mentales a nuestra disposición, indicándonos que no se puede querer igual a un niño natural que a un adoptado. Tengo mis serias dudas sobre si esas personas conocen el verdadero significado del amor, ya que se puede amar a cualquier persona con la misma intensidad, independientemente del vínculo carnal. ¿O acaso no queremos a los amigos?. Ese obstáculo fue muy fácil de vencer, ya que disculpe sus palabras y actitud en el desconocimiento y la educación recibida.
No quiero ni deseo olvidar todo el proceso que he vivido, con sus momentos buenos y malos, con sus noticias alegres y sus momentos mas duros, ya que formaran parte de mi vida y de mi crecimiento personal. No olvido amigo Luis, recuerdo y quiero mantener esos recuerdos vivos porque forman parte de mi historia y de mi vida, asi como la de mi hijo

Ahora puedo decir que el momento más duro fue, tras estar con mi hijo 5 intensos días en la visita de conocimiento, cuando tuve que dejarlo en el orfanato con la incógnita de no tener un dia cerrado de regreso. La despedida fue uno de los momentos más duros, salvando muertes de familiares y amigos, de mi vida personal. Desde la ventana de arriba del edificio nos decía adiós con sus dos manitas, con la seguridad de que volveríamos al día siguiente. Es cuando hubiera preferido ser un ignorante y no tener la certeza de que no regresaríamos. Mi cabeza se atormento con los pensamientos del que ya era mi hijo buscando una explicación al día siguiente, y al otro de porque no volvíamos. Es cuando me derrumbe y mi rostro se llenó de agua salada.
Pero tan imborrable como ese momento fue el del reencuentro. La dicha que sentía por ver a mi familia reunida por fin, ya que en ese momento si estaba mi hija, fue tal que durante un instante estaba flotando, sin sensación de tiempo ni espacio.
Llevamos ya más de tres meses en España y mi hijo esta tan adaptado a la vida familiar que creo que ha olvidado todo lo anterior. Ya no dice ni una palabra en su idioma natal, el polaco, y su cariño y alegría son tal hacia todos los miembros de la familia que no puedo dejar de estar a su lado y comérmelo a besos. Y esto a supuesto que tome la misma iniciativa con mi hija, aportando un amor de familia completo entre todos nosotros.

El círculo familiar es completo, lleno y pleno. Nos cuidamos, nos queremos y nos apoyamos, siendo el más pequeño el que recibe la ayuda de todos nosotros. Ya casi no me acuerdo como era mi vida antes de la llegada de mi hijo.
Mi desconocimiento era que no sabía lo incompleta que estaba mi vida hasta que mi hijo ha llegado a ella. Disfruto viéndole jugar con su hermana, abrazándome a él cuándo llego del trabajo, cuando jugamos como “niños” los dos, cuando se acurruca a mi lado en la cama, cuando viene medio dormido a nuestra cama, cuando sonríe, cuando descubre algo nuevo, cuando le veo disfrutar en la bañera o duchándose con su hermana… No puedo expresar las emociones que siento y disfruto porque Mi hijo es Mi vida.
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