Si no te interesa dimelo, pero dame una Respuesta


Hace tiempo que ando preocupado, intentando comprender y algo enfadado con la ausencia de respuesta que tenemos en el entorno profesional.
Y digo que tenemos porque hace muchos años que me puse como forma de trabajar profesional el intentar responder a todo el mundo. Creo haberlo conseguido excepto a los mensajes de venta de productos o servicios que me llegan por alguna plataforma, o a la multitud de vacantes que se postulan a las ofertas de empleo y me es imposible contestar a todas, haciéndolo con las candidaturas que pueden encajar en el perfil profesional demandado. Toda aquella persona que contacta conmigo recibe algún tipo de respuesta, aunque a veces no sea la esperada por esa persona, y así elimino la incertidumbre.
Esta actitud ante las relaciones profesionales de responder a todas las personas me ha llevado a conocer a muchas personas, o a desechar oportunidades de conocer a otras cuantas, pero sobre todo me ha producido la satisfacción de que en el entorno en el que me muevo elimino la ansiedad por una respuesta.

Hace tiempo vengo observando, con honda preocupación, que hay personas que no responden a llamadas, mails, o comunicaciones directas. El escudo sobre el que se protegen es la falta de tiempo o lo atareadas que están. Sin duda en esta sociedad, donde vamos tan deprisa y el ritmo de trabajo puede ser agotador, esto puede ser una de las causas para “no responder”. La reflexión es ¿es verdaderamente la causa o una excusa?.
Miro con curiosidad como algunas personas, sin ningún tipo de rubor, ven llamadas perdidas en sus teléfonos móviles, que supuestamente son facilitados como herramienta para acceso directo a esa persona, y las obvian por completo. Yo no me libro de aquellas llamadas de venta de telefonía móvil, pero exceptuando estas, si en mi teléfono móvil aparece una llamada perdida, suelo devolverla lo antes posible. Es como si llamaran a la puerta de casa, y no contestáramos, que a veces también ocurre dependiendo a quien veamos por la mirilla. En este caso la “mirilla” del teléfono móvil hace que no queramos contestar a las llamadas, porque nuestra expectativa es que al otro lado alguien nos va a molestar o hacer perder el tiempo.

Hace poco he intentado realizar negocios con un holandés, el cual me solicito que contestara si me interesaba o no el asunto, en un plazo de 5 días. Según pude entender mas tarde, los holandeses hacen negocios con personas que están interesadas, pero no “marean la perdiz” o dan largas como hacemos en muchísimas ocasiones en España.
Ya hice una reflexión similar con respecto a las candidaturas a ofertas de empleo en mi articulo «Te he dado mi Ilusión y mi Tiempo ¿Dime que ha pasado con mi candidatura?»
https://angellargo.com/?s=candidatura
En este articulo mi critica era sobre las candidaturas contactadas y no respondidas después de ese contacto. No me refería a las no contactadas, que sigo defendiendo que es muy complicado responder a toda aquella persona que se inscribe en una oferta de empleo, porque si no los profesionales de Recursos Humanos solo haríamos eso.
La frustración que produce la ausencia de respuesta tiene claras consecuencias:

Primera fase: Insistencia. No podemos creernos que estamos siendo ignorados deliberadamente, por eso insistimos ante las excusas que nos autoimponemos a nivel profesional: No tiene tiempo pero le perseguiré, esta liado y debo insistir, no habrá visto mi llamada, tarde o temprano me contestara…..

Segunda Fase: Incredulidad. En esta fase, después de la insistencia, intentamos contestarnos sobre la ausencia de respuesta. En este caso nuestro dialogo interior incluye algunas respuestas auto creadas: No me lo puedo creer si parecía interesado, pero si nos caímos bien como es posible que no me conteste, pero si le conozco desde hace tiempo porque me hace esto……

Tercera Fase: Frustración. Es cuando estamos a punto de tirar la toalla y empezamos a preguntarnos cosas que han podido fallar en la relación. Nuestra conversación interna puede ser con algunas facetas: No me lo puedo creer que impresentable, ¿Qué habrá pasado para que no me coja el teléfono?, Cómo debe estar la cosa para que no me conteste,…. O incluso llegamos a auto culparnos: ¿Qué he hecho mal? ¿Qué fue lo que le dije para que no me conteste? ¿Quizás no debería haber sido tan agresivo en mi mail?….

Cuarta fase: Ira. Es cuando hemos asumido que la persona no va a contestar y entonces sacamos todo lo que llevamos dentro. Esas frases, publicas o privadas, pueden ser las siguientes: Que le den a esta persona, Vaya gentuza espero que le vaya mal en la vida, ¡¡¡Menuda profesionalidad la de no contestar¡¡¡…..

Quinta fase (Opcional): Venganza. Aunque esta fase puede que nunca ocurra, he podido presenciarla en alguna ocasión. Se trata cuando las “tornas se giran”, y el perseguidor se convierte en perseguido y viceversa. Suele ocurrir cuando la persona, que antes no ha contestado, ahora SI le interesa hablar con esa persona que le llamaba anteriormente. En esta ocasión puede ocurrir que la persona le “atienda” educadamente (a veces ocurre) o que “ignore” sus llamadas como hizo la otra persona en la ocasión del pasado. O incluso puede ocurrir que le atienda la primera vez y luego le ignore deliberadamente. He llegado a presenciar algún acto de reproche que empezaba con algo parecido a. ¿Te acuerdas cuando no me devolvías las llamadas?

Sea como fuere hace tiempo que descubrí que quien no quiere hablar contigo buscara los medios para no hacerlo. Por eso he dejado de tomármelo personal (hace algún tiempo si creía que era una ofensa gravísima no contestar) y he “obviado” a aquellas personas que por el motivo que sea, bien falta de educación, de profesionalidad o simplemente hábitos de su vida, tienen en la ausencia de respuesta una forma de relacionarse. Estoy entre medios de un “Que les den” y un “Alla esta persona con su forma de actuar”.
El caso es que si avanzamos, y creo que así lo estamos haciendo, en esta dirección, pronto nos habremos a la falta de respuesta como un habito profesional admitido y aceptado. Y esto es lo que me infunde cierta preocupación, porque llegaremos a un momento en el que nos sentiremos ignorados y obviaremos a los demás como algo natural.
Por eso propongo una forma de actuar directa, pero que terminaría con esto: Decir que no estas interesado sin rodeos. No se trata de dar explicaciones, que a veces son las que mas cuestan, sino de gestionar un NO de manera rápida, directa y sin rodeos. Esto acabaría con muchas incertidumbres profesionales y mucha Frustración que existe en el mundo laboral. Y de paso incluso terminaríamos evitando algunas Venganzas.

¿Te atreves a decir que NO me interesa sin rodeos? (Recomiendo la película para aquellos que creen que es mejor hablar sin rodeos)

Comentarios

Escribe tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Entradas más visitadas